Versículos de la Biblia acerca de la auto Disciplina

2 Timoteo 1:7: 7 Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza.

Colosenses 2:1-23: 2 PORQUE quiero que sepáis cuán gran solicitud tengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca vieron mi rostro en carne, 2 Para que sean confortados sus corazones, unidos en amor, y en todas riquezas de cumplido entendimiento para conocer el misterio de Dios, y del Padre, y de Cristo, 3 En el cual están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento. 4 Y esto digo, para que nadie os engañe con palabras persuasivas. 5 Porque aunque estoy ausente con el cuerpo, no obstante con el espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro concierto, y la firmeza de vuestra fe en Cristo. 6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él: 7 Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis aprendido, creciendo en ella con hacimiento de gracias. 8 Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sustilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme á los elementos del mundo, y no según Cristo: 9 Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente: 10 Y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad: 11 En el cual también sois circuncidados de circuncisión no hecha con manos, con el despojamiento del cuerpo de los pecados de la carne, en la circuncisión de Cristo, 12 Sepultados juntamente con él en la bautismo, en el cual también resucitasteis con él, por la fe de la operación de Dios que le levantó de los muertos. 13 Y á vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 14 Rayendo la cédula de los ritos que nos era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en medio y enclavándola en la cruz, 15 Y despojando los principados y las potestades, sacólos á la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo. 16 Por tanto, nadie os juzgue en comida, ó en bebida, ó en parte de día de fiesta, ó de nueva luna, ó de sábados: 17 Lo cual es la sombra de lo por venir, mas el cuerpo es de Cristo. 18 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto á los ángeles, metiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado en el sentido de su propia carne, 19 Y no teniendo la cabeza, de la cual todo el cuerpo, alimentado y conjunto por las ligaduras y conjunturas, crece en aumento de Dios. 20 Pues si sois muertos con Cristo cuanto á los rudimentos del mundo, ¿por qué como si vivieseis al mundo, os sometéis á ordenanzas, 21 Tales como, No manejes, ni gustes, ni aun toques, 22 (Las cuales cosas son todas para destrucción en el uso mismo), en conformidad á mandamientos y doctrinas de hombres? 23 Tales cosas tienen á la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, y humildad, y en duro trato del cuerpo, no en alguna honra para el saciar de la carne.

1 Corintios 9:24-27: 24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos á la verdad corren, mas uno lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 25 Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene: y ellos, á la verdad, para recibir una corona corruptible, mas nosotros, incorruptible. 26 Así que, yo de esta manera corro, no como á cosa incierta, de esta manera peleo, no como quien hiere el aire: 27 Antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo predicado á otros, yo mismo venga á ser reprobado.

Salmos 139:1-24: 139 Al Músico principal: Salmo de David. OH Jehová, tú me has examinado y conocido. 2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme, Has entendido desde lejos mis pensamientos. 3 Mi senda y mi acostarme has rodeado, Y estás impuesto en todos mis caminos. 4 Pues aun no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. 5 Detrás y delante me guarneciste, Y sobre mí pusiste tu mano. 6 Más maravillosa es la ciencia que mi capacidad, Alta es, no puedo comprenderla. 7 ¿Adónde me iré de tu espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? 8 Si subiere á los cielos, allí estás tú: Y si en abismo hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás. 9 Si tomare las alas del alba, Y habitare en el extremo de la mar, 10 Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán, Aun la noche resplandecerá tocante á mí. 12 Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día: Lo mismo te son las tinieblas que la luz. 13 Porque tú poseiste mis riñones, Cubrísteme en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré, porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo conoce mucho. 15 No fué encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fuí formado, Y compaginado en lo más bajo de la tierra. 16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. 17 Así que ­cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ­Cuán multiplicadas son sus cuentas! 18 Si los cuento, multiplícanse más que la arena: Despierto, y aun estoy contigo. 19 De cierto, oh Dios, matarás al impío, Apartaos pues de mí, hombres sanguinarios. 20 Porque blasfemias dicen ellos contra ti: Tus enemigos toman en vano tu nombre 21 ¿No tengo en odio, oh Jehová, á los que te aborrecen, Y me conmuevo contra tus enemigos? 22 Aborrézcolos con perfecto odio, Téngolos por enemigos. 23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos: 24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.

Deuteronomio 6:6-7: 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón: 7 Y las repetirás á tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes

Santiago 5:1-20: 5 EA ya ahora, oh ricos, llorad aullando por vuestras miserias que os vendrán. 2 Vuestras riquezas están podridas: vuestras ropas están comidas de polilla. 3 Vuestro oro y plata están corrompidos de orín, y su orín os será testimonio, y comerá del todo vuestras carnes como fuego. Os habéis allegado tesoro para en los postreros días. 4 He aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros, clama, y los clamores de los que habían segado, han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. 5 Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos, habéis cebado vuestros corazones como en el día de sacrificios. 6 Habéis condenado y muerto al justo, y él no os resiste. 7 Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. 8 Tened también vosotros paciencia, confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca. 9 Hermanos, no os quejéis unos contra otros, porque no seáis condenados, he aquí, el juez está delante de la puerta. 10 Hermanos míos, tomad por ejemplo de aflicción y de paciencia, á los profetas que hablaron en nombre del Señor. 11 He aquí, tenemos por bienaventurados á los que sufren. Habéis oído la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y piadoso. 12 Mas sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por otro cualquier juramento, sino vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, porque no caigáis en condenación. 13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? haga oración. ¿Está alguno alegre? cante salmos. 14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? llame á los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si estuviere en pecados, le serán perdonados. 16 Confesaos vuestras faltas unos á otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos, la oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho. 17 Elías era hombre sujeto á semejantes pasiones que nosotros, y rogó con oración que no lloviese, y no llovió sobre la tierra en tres años y seis meses. 18 Y otra vez oró, y el cielo dió lluvia, y la tierra produjo su fruto. 19 Hermanos, si alguno de entre vosotros ha errado de la verdad, y alguno le convirtiere, 20 Sepa que el que hubiere hecho convertir al pecador del error de su camino, salvará un alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.

Efesios 5:21: 21 Sujetados los unos á los otros en el temor de Dios.

2 Reyes 6:1-33: 6 LOS hijos de los profetas dijeron á Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho. 2 Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagámonos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad. 3 Y dijo uno: Rogámoste que quieras venir con tus siervos. Y él respondió: Yo iré. 4 Fuése pues con ellos, y como llegaron al Jordán, cortaron la madera. 5 Y aconteció que derribando uno un árbol, cayósele el hacha en el agua, y dió voces, diciendo: ­Ah, señor mío, que era emprestada! 6 Y el varón de Dios dijo: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y echólo allí, é hizo nadar el hierro. 7 Y dijo: Tómalo. Y él tendió la mano, y tomólo. 8 Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. 9 Y el varón de Dios envió á decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los Siros van allí. 10 Entonces el rey de Israel envió á aquel lugar que el varón de Dios había dicho y amonestádole, y guardóse de allí, no una vez ni dos. 11 Y el corazón del rey de Siria fué turbado de esto, y llamando á sus siervos, díjoles: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel? 12 Entonces uno de los siervos dijo: No, rey, señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu más secreta cámara. 13 Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe á tomarlo. Y fuéle dicho: He aquí él está en Dothán. 14 Entonces envió el rey allá gente de á caballo, y carros, y un grande ejército, los cuales vinieron de noche, y cercaron la ciudad. 15 Y levantándose de mañana el que servía al varón de Dios, para salir, he aquí el ejército que tenía cercada la ciudad, con gente de á caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ­Ah, señor mío! ¿qué haremos? 16 Y él le dijo: No hayas miedo: porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. 17 Y oró Eliseo, y dijo: Ruégote, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del mozo, y miró: y he aquí que el monte estaba lleno de gente de á caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. 18 Y luego que los Siros descendieron á él, oró Eliseo á Jehová, y dijo: Ruégote que hieras á esta gente con ceguedad. E hiriólos con ceguedad, conforme al dicho de Eliseo. 19 Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la ciudad, seguidme, que yo os guiaré al hombre que buscáis. Y guiólos á Samaria. 20 Y así que llegaron á Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de éstos, para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y halláronse en medio de Samaria. 21 Y cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo á Eliseo: ¿Herirélos, padre mío? 22 Y él le respondió: No los hieras, ¿herirías tú á los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y se vuelvan á sus señores. 23 Entonces les fué aparejada grande comida: y como hubieron comido y bebido, enviólos, y ellos se volvieron á su señor. Y nunca más vinieron cuadrillas de Siria á la tierra de Israel. 24 Después de esto aconteció, que Ben-adad rey de Siria juntó todo su ejército, y subió, y puso cerco á Samaria. 25 Y hubo grande hambre en Samaria, teniendo ellos cerco sobre ella, tanto, que la cabeza de un asno era vendida por ochenta piezas de plata, y la cuarta de un cabo de estiércol de palomas por cinco piezas de plata. 26 Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le dió voces, y dijo: Salva, rey señor mío. 27 Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te tengo de salvar yo? ¿del alfolí, ó del lagar? 28 Y díjole el rey: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío. 29 Cocimos pues mi hijo, y le comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido su hijo. 30 Y como el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, y pasó así por el muro: y llegó á ver el pueblo el saco que traía interiormente sobre su carne. 31 Y él dijo: Así me haga Dios, y así me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Saphat quedare sobre él hoy. 32 Estaba á la sazón Eliseo sentado en su casa, y con él estaban sentados los ancianos: y el rey envió á él un hombre. Mas antes que el mensajero viniese á él, dijo él á los ancianos: ¿No habéis visto como este hijo del homicida me envía á quitar la cabeza? Mirad pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, é impedidle la entrada: ¿no viene tras él el ruido de los pies de su amo? 33 Aun estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero que descendía á él, y dijo: Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué tengo de esperar más á Jehová?

Hechos 3:1-26: 3 PEDRO y Juan subían juntos al templo á la hora de oración, la de nona. 2 Y un hombre que era cojo desde el vientre de su madre, era traído, al cual ponían cada día á la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3 Este, como vió á Pedro y á Juan que iban á entrar en el templo, rogaba que le diesen limosna. 4 Y Pedro, con Juan, fijando los ojos en él, dijo: Mira á nosotros. 5 Entonces él estuvo atento á ellos, esperando recibir de ellos algo. 6 Y Pedro dijo: Ni tengo plata ni oro, mas lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7 Y tomándole por la mano derecha le levantó: y luego fueron afirmados sus pies y tobillos, 8 Y saltando, se puso en pie, y anduvo, y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando á Dios. 9 Y todo el pueblo le vió andar y alabar á Dios. 10 Y conocían que él era el que se sentaba á la limosna á la puerta del templo, la Hermosa: y fueron llenos de asombro y de espanto por lo que le había acontecido. 11 Y teniendo á Pedro y á Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo concurrió á ellos al pórtico que se llama de Salomón, atónitos. 12 Y viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones Israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ó ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si con nuestra virtud ó piedad hubiésemos hecho andar á éste? 13 El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado á su Hijo Jesús, al cual vosotros entregasteis, y negasteis delante de Pilato, juzgando él que había de ser suelto. 14 Mas vosotros al Santo y al Justo negasteis, y pedisteis que se os diese un homicida, 15 Y matasteis al Autor de la vida, al cual Dios ha resucitado de los muertos, de lo que nosotros somos testigos. 16 Y en la fe de su nombre, á éste que vosotros veis y conocéis, ha confirmado su nombre: y la fe que por él es, ha dado á este esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. 17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros príncipes. 18 Empero, Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. 19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados, pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor, 20 Y enviará á Jesucristo, que os fué antes anunciado: 21 Al cual de cierto es menester que el cielo tenga hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde el siglo. 22 Porque Moisés dijo á los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de vuestros hermanos, como yo, á él oiréis en todas las cosas que os hablare. 23 Y será, que cualquiera alma que no oyere á aquel profeta, será desarraigada del pueblo. 24 Y todos los profetas desde Samuel y en adelante, todos los que han hablado, han anunciado estos días. 25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios concertó con nuestros padres, diciendo á Abraham
Y en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. 26 A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado á su Hijo, le envió para que os bendijese, á fin de que cada uno se convierta de su maldad.

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