Versículos de la Biblia sobre la oferta y demanda

Génesis 41:29-30: 29 He aquí vienen siete años de grande hartura en toda la tierra de Egipto: 30 Y levantarse han tras ellos siete años de hambre, y toda la hartura será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra

Génesis 41:1-57: 41 Y ACONTECIO que pasados dos años tuvo Faraón un sueño: Parecíale que estaba junto al río, 2 Y que del río subían siete vacas, hermosas á la vista, y muy gordas, y pacían en el prado: 3 Y que otras siete vacas subían tras ellas del río, de fea vista, y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas á la orilla del río: 4 Y que las vacas de fea vista y enjutas de carne devoraban á las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón. 5 Durmióse de nuevo, y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas subían de una sola caña: 6 Y que otras siete espigas menudas y abatidas del Solano, salían después de ellas: 7 Y las siete espigas menudas devoraban á las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño. 8 Y acaeció que á la mañana estaba agitado su espíritu, y envió é hizo llamar á todos los magos de Egipto, y á todos sus sabios: y contóles Faraón sus sueños, mas no había quien á Faraón los declarase. 9 Entonces el principal de los coperos habló á Faraón, diciendo: Acuérdome hoy de mis faltas: 10 Faraón se enojó contra sus siervos, y á mí me echó á la prisión de la casa del capitán de los de la guardia, á mí y al principal de los panaderos: 11 Y yo y él vimos un sueño una misma noche: cada uno soñó conforme á la declaración de su sueño. 12 Y estaba allí con nosotros un mozo Hebreo, sirviente del capitán de los de la guardia, y se lo contamos, y él nos declaró nuestros sueños, y declaró á cada uno conforme á su sueño. 13 Y aconteció que como él nos declaró, así fué: á mí me hizo volver á mi puesto, é hizo colgar al otro. 14 Entonces Faraón envió y llamó á José, é hiciéronle salir corriendo de la cárcel, y le cortaron el pelo, y mudaron sus vestidos, y vino á Faraón. 15 Y dijo Faraón á José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo declare, mas he oído decir de ti, que oyes sueños para declararlos. 16 Y respondió José á Faraón, diciendo: No está en mí, Dios será el que responda paz á Faraón. 17 Entonces Faraón dijo á José: En mi sueño parecíame que estaba á la orilla del río: 18 Y que del río subían siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado: 19 Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy fea traza, tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en toda la tierra de Egipto en fealdad: 20 Y las vacas flacas y feas devoraban á las siete primeras vacas gruesas: 21 Y entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiese entrado en ellas, porque su parecer era aún malo, como de primero. Y yo desperté. 22 Vi también soñando, que siete espigas subían en una misma caña llenas y hermosas, 23 Y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del Solano, subían después de ellas: 24 Y las espigas menudas devoraban á las siete espigas hermosas: y helo dicho á los magos, mas no hay quien me lo declare. 25 Entonces respondió José á Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo: Dios ha mostrado á Faraón lo que va á hacer. 26 Las siete vacas hermosas siete años son, y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo. 27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años, y las siete espigas menudas y marchitas del Solano, siete años serán de hambre. 28 Esto es lo que respondo á Faraón. Lo que Dios va á hacer, halo mostrado á Faraón. 29 He aquí vienen siete años de grande hartura en toda la tierra de Egipto: 30 Y levantarse han tras ellos siete años de hambre, y toda la hartura será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra, 31 Y aquella abundancia no se echará de ver á causa del hambre siguiente, la cual será gravísima. 32 Y el suceder el sueño á Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura á hacerla. 33 Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. 34 Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la hartura, 35 Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y alleguen el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades, y guárdenlo. 36 Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años del hambre que serán en la tierra de Egipto, y el país no perecerá de hambre. 37 Y el negocio pareció bien á Faraón, y á sus siervos. 38 Y dijo Faraón á sus siervos: ¿Hemos de hallar otro hombre como éste, en quien haya espíritu de Dios? 39 Y dijo Faraón á José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú: 40 Tú serás sobre mi casa, y por tu dicho se gobernará todo mi pueblo: solamente en el trono seré yo mayor que tú. 41 Dijo más Faraón á José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. 42 Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y púsolo en la mano de José, é hízole vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello, 43 E hízolo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: Doblad la rodilla: y púsole sobre toda la tierra de Egipto. 44 Y dijo Faraón á José: Yo Faraón, y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. 45 Y llamó Faraón el nombre de José, Zaphnath-paaneah, y dióle por mujer á Asenath, hija de Potipherah, sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto. 46 Y era José de edad de treinta años cuando fué presentado delante de Faraón, rey de Egipto: y salió José de delante de Faraón, y transitó por toda la tierra de Egipto. 47 E hizo la tierra en aquellos siete años de hartura á montones. 48 Y él juntó todo el mantenimiento de los siete años que fueron en la tierra de Egipto, y guardó mantenimiento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el mantenimiento del campo de sus alrededores. 49 Y acopió José trigo como arena de la mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. 50 Y nacieron á José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le parió Asenath, hija de Potipherah, sacerdote de On. 51 Y llamó José el nombre del primogénito Manasés, porque Dios (dijo) me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. 52 Y el nombre del segundo llamólo Ephraim, porque Dios (dijo) me hizo fértil en la tierra de mi aflicción. 53 Y cumpliéronse los siete años de la hartura, que hubo en la tierra de Egipto. 54 Y comenzaron á venir los siete años del hambre, como José había dicho: y hubo hambre en todos los países, mas en toda la tierra de Egipto había pan. 55 Y cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó á Faraón por pan. Y dijo Faraón á todos los Egipcios: Id á José, y haced lo que él os dijere. 56 Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía á los Egipcios, porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. 57 Y toda la tierra venía á Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre.

Mateo 21:18-22: 18 Y por la mañana volviendo á la ciudad, tuvo hambre. 19 Y viendo una higuera cerca del camino, vino á ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente, y le dijo: Nunca más para siempre nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera. 20 Y viendo esto los discípulos, maravillados decían: ¿Cómo se secó luego la higuera? 21 Y respondiendo Jesús les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera: mas si á este monte dijereis: Quítate y échate en la mar, será hecho. 22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

2 Reyes 7:16: 16 Entonces el pueblo salió, y saquearon el campo de los Siros. Y fué vendido un seah de flor de harina por un siclo, y dos seah de cebada por un siclo, conforme á la palabra de Jehová.

Números 11:4-35: 4 Y el vulgo que había en medio tuvo un vivo deseo, y volvieron, y aun lloraron los hijos de Israel, y dijeron: ­Quién nos diera á comer carne! 5 Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los cohombros, y de los melones, y de los puerros, y de las cebollas, y de los ajos: 6 Y ahora nuestra alma se seca, que nada sino maná ven nuestros ojos. 7 Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de bdelio. 8 Derrámabase el pueblo, y recogían, y molían en molinos, ó majaban en morteros, y lo cocían en caldera, ó hacían de él tortas: y su sabor era como sabor de aceite nuevo. 9 Y cuando descendía el rocío sobre el real de noche, el maná descendía de sobre él. 10 Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno á la puerta de su tienda: y el furor de Jehová se encendió en gran manera, también pareció mal á Moisés. 11 Y dijo Moisés á Jehová: ¿Por qué has hecho mal á tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mi? 12 ¿Concebí yo á todo este pueblo? ¿engendrélo yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, á la tierra de la cual juraste á sus padres? 13 ¿De donde tengo yo carne para dar á todo este pueblo? porque lloran á mí, diciendo: Danos carne que comamos. 14 No puedo yo solo soportar á todo este pueblo, que me es pesado en demasía. 15 Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos, y que yo no vea mi mal. 16 Entonces Jehová dijo á Moisés: Júntame setenta varones de los ancianos de Israel, que tu sabes que son ancianos del pueblo y sus principales, y tráelos á la puerta del tabernáculo del testimonio, y esperen allí contigo. 17 Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos, y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo. 18 Empero dirás al pueblo: Santificaos para mañana, y comeréis carne: pues que habéis llorado en oídos de Jehová, diciendo: ­Quién nos diera á comer carne! ­cierto mejor nos iba en Egipto! Jehová, pues, os dará carne, y comeréis. 19 No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, 20 Sino hasta un mes de tiempo, hasta que os salga por las narices, y os sea en aborrecimiento: por cuanto menospreciasteis á Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto? 21 Entonces dijo Moisés: Seiscientos mil de á pie es el pueblo en medio del cual yo estoy, y tú dices: Les daré carne, y comerán el tiempo de un mes. 22 ¿Se han de degollar para ellos ovejas y bueyes que les basten? ¿ó se juntarán para ellos todos los peces de la mar para que tengan abasto? 23 Entonces Jehová respondió á Moisés: ¿Hase acortado la mano de Jehová? ahora verás si te sucede mi dicho, ó no. 24 Y salió Moisés, y dijo al pueblo las palabras de Jehová: y juntó los setenta varones de los ancianos del pueblo, é hízolos estar alrededor del tabernáculo. 25 Entonces Jehová descendió en la nube, y hablóle, y tomó del espíritu que estaba en él, y púsolo en los setenta varones ancianos, y fué que, cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron. 26 Y habían quedado en el campo dos varones, llamado el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu: estaban estos entre los escritos, mas no habían salido al tabernáculo, y profetizaron en el campo. 27 Y corrió un mozo, y dió aviso á Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campo. 28 Entonces respondió Josué hijo de Nun, ministro de Moisés, uno de sus mancebos, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos. 29 Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? mas ojalá que todo el pueblo de Jehová fuesen profetas, que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos. 30 Y recogióse Moisés al campo, él y los ancianos de Israel. 31 Y salió un viento de Jehová, y trajo codornices de la mar, y dejólas sobre el real, un día de camino de la una parte, y un día de camino de la otra, en derredor del campo, y casi dos codos sobre la haz de la tierra. 32 Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día, y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogiéronse codornices: el que menos, recogió diez montones, y las tendieron para sí á lo largo en derredor del campo. 33 Aun estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese mascada, cuando el furor de Jehová se encendió en el pueblo, é hirío Jehová al pueblo con una muy grande plaga. 34 Y llamó el nombre de aquel lugar Kibroth-hattaavah, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso. 35 De Kibroth-hattaavah movió el pueblo á Haseroth, y pararon en Haseroth.

Marcos 14:1-72: 14 Y DOS días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura: y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían. 2 Y decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto del pueblo. 3 Y estando él en Bethania en casa de Simón el leproso, y sentado á la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique de mucho precio, y quebrando el alabastro, derramóselo sobre su cabeza. 4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de ungüento? 5 Porque podía esto ser vendido por más de trescientos denarios, y darse á los pobres. Y murmuraban contra ella. 6 Mas Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la fatigáis? Buena obra me ha hecho, 7 Que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les podréis hacer bien, mas á mí no siempre me tendréis. 8 Esta ha hecho lo que podía, porque se ha anticipado á ungir mi cuerpo para la sepultura. 9 De cierto os digo que donde quiera que fuere predicado este evangelio en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria de ella. 10 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino á los príncipes de los sacerdotes, para entregársele. 11 Y ellos oyéndolo se holgaron, y prometieron que le darían dineros. Y buscaba oportunidad cómo le entregaría. 12 Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos á disponer para que comas la pascua? 13 Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id á la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle, 14 Y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? 15 Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado: aderezad para nosotros allí. 16 Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como les había dicho, y aderezaron la pascua. 17 Y llegada la tarde, fué con los doce. 18 Y como se sentaron á la mesa y comiesen, dice Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar. 19 Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno por sí: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? 20 Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato. 21 A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito, mas ­ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera á aquel hombre si nunca hubiera nacido. 22 Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dió, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dió: y bebieron de él todos. 24 Y les dice: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. 25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día cundo lo beberé nuevo en el reino de Dios. 26 Y como hubieron cantado el himno, se salieron al monte de las Olivas. 27 Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche, porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas. 28 Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galilea. 29 Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas no yo. 30 Y le dice Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces. 31 Mas él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo. 32 Y vienen al lugar que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. 33 Y toma consigo á Pedro y á Jacobo y á
Juan, y comenzó á atemorizarse, y á angustiarse. 34 Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte: esperad aquí y velad. 35 Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oro que si fuese posible, pasase de él aquella hora, 36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son á ti posibles: traspasa de mí este vaso, empero no lo que yo quiero, sino lo que tú. 37 Y vino y los halló durmiendo, y dice á Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora? 38 Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad es presto, mas la carne enferma. 39 Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras. 40 Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados, y no sabían qué responderle. 41 Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad: basta, la hora es venida, he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores. 42 Levantaos, vamos: he aquí, el que me entrega está cerca. 43 Y luego, aun hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una compañía con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos. 44 Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle, y llevadle con seguridad. 45 Y como vino, se acercó luego á él, y le dice: Maestro, Maestro. Y le besó. 46 Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron. 47 Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja. 48 Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos á tomarme? 49 Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me tomasteis, pero es así, para que se cumplan las Escrituras. 50 Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron. 51 Empero un mancebillo le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo, y los mancebos le prendieron: 52 Mas él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo. 53 Y trajeron á Jesús al sumo sacerdote, y se juntaron á él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas. 54 Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote, y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego. 55 Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle á la muerte, mas no lo hallaban. 56 Porque muchos decían falso testimonio contra él, mas sus testimonios no concertaban. 57 Entonces levantandose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: 58 Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro echo sin mano. 59 Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos. 60 Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó á Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan estos contra ti? 61 Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió á preguntar, y le dice: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? 62 Y Jesús le dijo: Yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado á la diestra de la potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. 63 Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más tenemos necesidad de testigos? 64 Oído habéis la blasfemia: ¿qué os parece? Y ellos todos le condenaron ser culpado de muerte. 65 Y algunos comenzaron á escupir en él, y cubrir su rostro, y á darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas. 66 Y estando Pedro abajo en el atrio, vino una de las criadas del sumo sacerdote, 67 Y como vió á Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el Nazareno estabas. 68 Mas él negó, diciendo: No conozco, ni sé lo que dices. Y se salió fuera á la entrada, y cantó el gallo. 69 Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban allí: Este es de ellos. 70 Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos, porque eres Galileo, y tu habla es semejante. 71 Y él comenzó á maldecir y á jurar: No conozco á este hombre de quien habláis. 72 Y el gallo cantó la segunda vez: y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

Marcos 11:1-33: 11 Y COMO fueron cerca de Jerusalem, de Bethphagé, y de Bethania, al monte de las Olivas, envía dos de sus discípulos, 2 Y les dice: Id al lugar que está delante de vosotros, y luego entrados en él, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha subido, desatadlo y traedlo. 3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo ha menester: y luego lo enviará acá. 4 Y fueron, y hallaron el pollino atado á la puerta fuera, entre dos caminos, y le desataron. 5 Y unos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? 6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado: y los dejaron. 7 Y trajeron el pollino á Jesús, y echaron sobre él sus vestidos, y se sentó sobre él. 8 Y muchos tendían sus vestidos por el camino, y otros cortaban hojas de los árboles, y las tendían por el camino. 9 Y los que iban delante, y los que iban detrás, daban voces diciendo: ­Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor. 10 Bendito el reino de nuestro padre David que viene: ­Hosanna en las alturas! 11 Y entró Jesús en Jerusalem, y en el templo: y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y siendo ya tarde, salióse á Bethania con los doce. 12 Y el día siguiente, como salieron de Bethania, tuvo hambre. 13 Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó, si quizá hallaría en ella algo: y como vino á ella, nada halló sino hojas, porque no era tiempo de higos. 14 Entonces Jesús respondiendo, dijo á la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti para siempre. Y lo oyeron sus discípulos. 15 Vienen, pues, á Jerusalem, y entrando Jesús en el templo, comenzó á echar fuera á los que vendían y compraban en el templo, y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas, 16 Y no consentía que alguien llevase vaso por el templo. 17 Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi casa, casa de oración será llamada por todas las gentes? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 18 Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban cómo le matarían, porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina. 19 Mas como fué tarde, Jesús salió de la ciudad. 20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. 21 Entonces Pedro acordándose, le dice: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado. 22 Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios. 23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere á este monte: Quítate, y échate en la mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho. 24 Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 25 Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también á vosotros vuestras ofensas. 26 Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas. 27 Y volvieron á Jerusalem, y andando él por el templo, vienen á él los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos, 28 Y le dicen: ¿Con qué facultad haces estas cosas? ¿y quién te ha dado esta facultad para hacer estas cosas? 29 Y Jesús respondiendo entonces, les dice: Os preguntaré también yo una palabra, y respondedme, y os diré con qué facultad hago estas cosas: 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres? Respondedme. 31 Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 32 Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo: porque todos juzgaban de Juan, que verdaderamente era profeta. 33 Y respondiendo, dicen á Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dice: Tampoco yo os diré con qué facultad hago estas cosas.

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