Versículos de la Biblia sobre los hijos ilegítimos

Deuteronomio 23:2: 2 No entrará bastardo en la congregación de Jehová: ni aun en la décima generación entrará en la congregación de Jehová.

Hebreos 12:8: 8 Mas si estáis fuera del castigo, del cual todos han sido hechos participantes, luego sois bastardos, y no hijos.

Gálatas 5:19-21: 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, 20 Idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 Envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Juan 8:32: 32 Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará.

Isaías 59:2: 2 Mas vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oir.

Lucas 15:1-32: 15 Y SE llegaban á él todos los publicanos y pecadores á oirle. 2 Y murmuraban los Fariseos y los escribas, diciendo: Este á los pecadores recibe, y con ellos come. 3 Y él les propuso esta parábola, diciendo: 4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va á la que se perdió, hasta que la halle? 5 Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso, 6 Y viniendo á casa, junta á los amigos y á los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido. 7 Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento. 8 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una dracma, no enciende el candil, y barre la casa, y busca con diligencia hasta hallarla? 9 Y cuando la hubiere hallado, junta las amigas y las vecinas, diciendo: Dadme el parabién, porque he hallado la dracma que había perdido. 10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente. 11 Y dijo: Un hombre tenía dos hijos, 12 Y el menor de ellos dijo á su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me pertenece: y les repartió la hacienda. 13 Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos á una provincia apartada, y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en aquella provincia, y comenzóle á faltar. 15 Y fué y se llegó á uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió á su hacienda para que apacentase los puercos. 16 Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los puercos, mas nadie se las daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ­Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré, é iré á mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo, hazme como á uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino á su padre. Y como aun estuviese lejos, viólo su padre, y fué movido á misericordia, y corrió, y echóse sobre su cuello, y besóle. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle, y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. 23 Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta: 24 Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido, habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron á regocijarse. 25 Y su hijo el mayor estaba en el campo, el cual como vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas, 26 Y llamando á uno de los criados, preguntóle qué era aquello. 27 Y él le dijo: Tu hermano ha venido, y tu padre ha muerto el becerro grueso, por haberle recibido salvo. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él respondiendo, dijo al padre: He aquí tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos: 30 Mas cuando vino éste tu hijo, que ha consumido tu hacienda con rameras, has matado para él el becerro grueso. 31 El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era menester hacer fiesta y holgar nos, porque este tu hermano muerto era, y ha revivido, habíase perdido, y es hallado.

1 Corintios 6:9-10: 9 ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios.

Lucas 12:1-59: 12 EN esto, juntándose muchas gentes, tanto que unos á otros se hollaban, comenzó á decir á sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los Fariseos, que es hipocresía. 2 Porque nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto, ni oculto, que no haya de ser sabido. 3 Por tanto, las cosas que dijisteis en tinieblas, á la luz serán oídas, y lo que hablasteis al oído en las cámaras, será pregonado en los terrados. 4 Mas os digo, amigos míos: No temáis de los que matan el cuerpo, y después no tienen más que hacer. 5 Mas os enseñaré á quién temáis: temed á aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en la Gehenna: así os digo: á éste temed. 6 ¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. 7 Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues: de más estima sois que muchos pajarillos. 8 Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios, 9 Mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 10 Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado, mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. 11 Y cuando os trajeren á las sinagogas, y á los magistrados y potestades, no estéis solícitos cómo ó qué hayáis de responder, ó qué hayáis de decir, 12 Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que será necesario decir. 13 Y díjole uno de la compañía: Maestro, di á mi hermano que parta conmigo la herencia. 14 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez ó partidor sobre vosotros? 15 Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 16 Y refirióles una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había llevado mucho, 17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué haré, porque no tengo donde juntar mis frutos? 18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes, 19 Y diré á mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años, repósate, come, bebe, huélgate. 20 Y díjole Dios: Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma, y lo que has prevenido, ¿de quién será? 21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios. 22 Y dijo á sus discípulos: Por tanto os digo: No estéis afanosos de vuestra vida, qué comeréis, ni del cuerpo, qué vestiréis. 23 La vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido. 24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan, que ni tienen cillero, ni alfolí, y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las aves? 25 ¿Y quién de vosotros podrá con afán añadir á su estatura un codo? 26 Pues si no podéis aun lo que es menos, ¿para qué estaréis afanosos de lo demás? 27 Considerad los lirios, cómo crecen: no labran, ni hilan, y os digo, que ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. 28 Y si así viste Dios á la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es echada en el horno, ¿cuánto más á vosotros, hombres de poca fe? 29 Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer, ó qué hayáis de beber: ni estéis en ansiosa perplejidad. 30 Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo, que vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas. 31 Mas procurad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. 32 No temáis, manada pequeña, porque al Padre ha placido daros el reino. 33 Vended lo que poseéis, y dad limosna, haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falta, donde ladrón no llega, ni polilla corrompe. 34 Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón. 35 Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras antorchas encendidas, 36 Y vosotros semejantes á hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas, para que cuando viniere, y llamare, luego le abran. 37 Bienaventurados aquellos siervos, á los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y pasando les servirá. 38 Y aunque venga á la segunda vigilia, y aunque venga á la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos. 39 Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia á qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. 40 Vosotros pues también, estad apercibidos, porque á la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá. 41 Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola á nosotros, ó también á todos? 42 Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para que á tiempo les dé su ración? 43 Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare haciendo así. 44 En verdad os digo, que él le pondrá sobre todos sus bienes. 45 Mas si el tal siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir: y comenzare á herir á los siervos y á las criadas, y á comer y á beber y á embriagarse, 46 Vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera, y á la hora que no sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los infieles. 47 Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme á su voluntad, será azotado mucho. 48 Mas el que no entendió, é hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco: porque á cualquiera que fué dado mucho, mucho será vuelto á demandar de él, y al que encomendaron mucho, más le será pedido. 49 Fuego vine á meter en la tierra: ¿y qué quiero, si ya está encendido? 50 Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ­cómo me angustio hasta que sea cumplido! 51 ¿Pensáis que he venido á la tierra á dar paz? No, os digo, mas disensión. 52 Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos, tres contra dos, y dos contra tres. 53 El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre, la madre contra la hija, y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. 54 Y decía también á las gentes: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene, y es así. 55 Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor, y lo hay. 56 Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra, ¿y cómo no reconocéis este tiempo? 57 ¿Y por qué aun de vosotros mismos no juzgáis lo que es justo? 58 Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino librarte de él, porque no te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59 Te digo que no saldrás de allá, hasta que hayas pagado hasta el último maravedí.

Juan 11:1-57: 11 ESTABA entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Bethania, la aldea de María y de Marta su hermana. 2 (Y María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus pies con sus cabellos) 3 Enviaron, pues, sus hermanas á él, diciendo: Señor, he aquí, el que amas está enfermo. 4 Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, mas por gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 5 Y amaba Jesús á Marta, y á su hermana, y á Lázaro. 6 Como oyó pues que estaba enfermo, quedóse aún dos días en aquel lugar donde estaba. 7 Luego, después de esto, dijo á los discípulos: Vamos á Judea otra vez. 8 Dícenle los discípulos: Rabbí, ahora procuraban los Judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anduviere de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo. 10 Mas el que anduviere de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11 Dicho esto, díceles después: Lázaro nuestro amigo duerme, mas voy á despertarle del sueño. 12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará. 13 Mas esto decía Jesús de la muerte de él: y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14 Entonces, pues, Jesús les dijo claramente: Lázaro es muerto, 15 Y huélgome por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis: mas vamos á él. 16 Dijo entonces Tomás, el que se dice el Dídimo, á sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él. 17 Vino pues Jesús, y halló que había ya cuatro días que estaba en el sepulcro. 18 Y Bethania estaba cerca de Jerusalem, como quince estadios, 19 Y muchos de los Judíos habían venido á Marta y á María, á consolarlas de su hermano. 20 Entonces Marta, como oyó que Jesús venía, salió á encontrarle, mas María se estuvo en casa. 21 Y Marta dijo á Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no fuera muerto, 22 Mas también sé ahora, que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios. 23 Dícele Jesús: Resucitará tu hermano. 24 Marta le dice: Yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero. 25 Dícele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27 Dícele: Sí Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. 28 Y esto dicho, fuése, y llamó en secreto á María su hermana, diciendo: El Maestro está aquí y te llama. 29 Ella, como lo oyó, levántase prestamente y viene á él. 30 (Que aun no había llegado Jesús á la aldea, mas estaba en aquel lugar donde Marta le había encontrado.) 31 Entonces los Judíos que estaban en casa con ella, y la consolaban, como vieron que María se había levantado prestamente, y había salido, siguiéronla, diciendo: Va al sepulcro á llorar allí. 32 Mas María, como vino donde estaba Jesús, viéndole, derribóse á sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no fuera muerto mi hermano. 33 Jesús entonces, como la vió llorando, y á los Judíos que habían venido juntamente con ella llorando, se conmovió en espíritu, y turbóse, 34 Y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Dicenle: Señor, ven, y ve. 35 Y lloró Jesús. 36 Dijeron entonces los Judíos: Mirad cómo le amaba. 37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste que abrió los ojos al ciego, hacer que éste no muriera? 38 Y Jesús, conmoviéndose otra vez en sí mismo, vino al sepulcro. Era una cueva, la cual tenía una piedra encima. 39 Dice Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que se había muerto, le dice: Señor, hiede ya, que es de cuatro días. 40 Jesús le dice: ¿No te he dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído. 42 Que yo sabía que siempre me oyes, mas por causa de la compañía que está alrededor, lo dije, para que crean que tú me has enviado. 43 Y habiendo dicho estas cosas, clamó á gran voz: Lázaro, ven fuera. 44 Y el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas, y su rostro estaba envuelto en un sudario. Díceles Jesús: Desatadle, y dejadle ir. 45 Entonces muchos de los Judíos que habían venido á María, y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 46 Mas algunos de ellos fueron á los Fariseos, y dijéronles lo que Jesús había hecho. 47 Entonces los pontífices y los Fariseos juntaron concilio, y decían: ¿Qué hacemos? porque este hombre hace muchas señales. 48 Si le dejamos así, todos creerán en él: y vendrán los Romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación. 49 Y Caifás, uno de ellos, sumo pontífice de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, 50 Ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda. 51 Mas esto no lo dijo de sí mismo, sino que, como era el sumo pontífice de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación: 52
Y no solamente por aquella nación, mas también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban derramados. 53 Así que, desde aquel día consultaban juntos de matarle. 54 Por tanto, Jesús ya no andaba manifiestamente entre los Judíos, mas fuése de allí á la tierra que está junto al desierto, á una ciudad que se llama Ephraim: y estábase allí con sus discípulos 55 Y la Pascua de los Judíos estaba cerca: y muchos subieron de aquella tierra á Jerusalem antes de la Pascua, para purificarse, 56 Y buscaban á Jesús, y hablaban los unos con los otros estando en el templo. ¿Qué os parece, que no vendrá á la fiesta? 57 Y los pontífices y los Fariseos habían dado mandamiento, que si alguno supiese dónde estuviera, lo manifestase, para que le prendiesen.

Job 24:9: 9 Quitan el pecho á los huérfanos, Y de sobre el pobre toman la prenda.

Hechos 1:21-26: 21 Conviene, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entró y salió entre nosotros, 22 Comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día que fué recibido arriba de entre nosotros, uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección. 23 Y señalaron á dos: á José, llamado Barsabas, que tenía por sobrenombre Justo, y á Matías. 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál escoges de estos dos, 25 Para que tome el oficio de este ministerio y apostolado, del cual cayó Judas por transgresión, para irse á su lugar. 26 Y les echaron suertes, y cayó la suerte sobre Matías, y fué contado con los once apóstoles.

Juan 21:1-25: 21 DESPUÉS se manifestó Jesús otra vez á sus discípulos en la mar de Tiberias, y manifestóse de esta manera. 2 Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás, llamado al Dídimo, y Natanael, el que era de Caná de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. 3 Díceles Simón: A pescar voy. Dícenle: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y subieron en una barca, y aquella noche no cogieron nada. 4 Y venida la mañana, Jesús se puso á la ribera: mas los discípulos no entendieron que era Jesús. 5 Y díjoles: Mozos, ¿tenéis algo de comer? Respondiéronle: No. 6 Y él les dice: Echad la red á la mano derecha del barco, y hallaréis. Entonces la echaron, y no la podían en ninguna manera sacar, por la multitud de los peces. 7 Entonces aquel discípulo, al cual amaba Jesús, dijo á Pedro: El Señor es. Y Simón Pedro, como oyó que era el Señor, ciñóse la ropa, porque estaba desnudo, y echóse á la mar. 8 Y los otros discípulos vinieron con el barco (porque no estaban lejos de tierra sino como doscientos codos), trayendo la red de peces. 9 Y como descendieron á tierra, vieron ascuas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Díceles Jesús, Traed de los peces que cogisteis ahora. 11 Subió Simón Pedro, y trajo la red á tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres: y siendo tantos, la red no se rompió. 12 Díceles Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. 13 Viene pues Jesús, y toma el pan, y les da, y asimismo del pez. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestó á sus discípulos, habiendo resucitado de los muertos. 15 Y cuando hubieron comido, Jesús dijo á Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Dícele, Sí Señor: tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis corderos. 16 Vuélvele á decir la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Respóndele: Sí, Señor: tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis ovejas. 17 Dícele la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Entristecióse Pedro de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y dícele: Señor, tú sabes todas las cosas, tú sabes que te amo. Dícele Jesús: Apacienta mis ovejas. 18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más mozo, te ceñías, é ibas donde querías, mas cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará á donde no quieras. 19 Y esto dijo, dando á entender con qué muerte había de glorificar á Dios. Y dicho esto, dícele: Sígueme. 20 Volviéndose Pedro, ve á aquel discípulo al cual amaba Jesús, que seguía, el que también se había recostado á su pecho en la cena, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? 21 Así que Pedro vió á éste, dice á Jesús: Señor, ¿y éste, qué? 22 Dícele Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué á tí? Sígueme tú. 23 Salió entonces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no había de morir. Mas Jesús no le dijo, No morirá, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga ¿qué á ti? 24 Este es aquel discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas: y sabemos que su testimonio es verdadero. 25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se escribiesen cada una por sí, ni aun en el mundo pienso que cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.

Juan 4:1-54: 4 DE manera que como Jesús entendió que los Fariseos habían oído que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan, 2 (Aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), 3 Dejó á Judea, y fuése otra vez á Galilea. 4 Y era menester que pasase por Samaria. 5 Vino, pues, á una ciudad de Samaria que se llamaba Sichâr, junto á la heredad que Jacob dió á José su hijo. 6 Y estaba allí la fuente de Jacob. Pues Jesús, cansado del camino, así se sentó á la fuente. Era como la hora de sexta. 7 Vino una mujer de Samaria á sacar agua: y Jesús le dice: Dame de beber. 8 (Porque sus discípulos habían ido á la ciudad á comprar de comer.) 9 Y la mujer Samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo Judío, me pides á mí de beber, que soy mujer Samaritana? porque los Judíos no se tratan con los Samaritanos. 10 Respondió Jesús y díjole: Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva. 11 La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacar la, y el pozo es hondo: ¿de dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dió este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados? 13 Respondió Jesús y díjole: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá á tener sed, 14 Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15 La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá á sacar la. 16 Jesús le dice: Ve, llama á tu marido, y ven acá. 17 Respondió la mujer, y dijo: No tengo marido. Dícele Jesús: Bien has dicho, No tengo marido, 18 Porque cinco maridos has tenido: y el que ahora tienes no es tu marido, esto has dicho con verdad. 19 Dícele la mujer: Señor, paréceme que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalem es el lugar donde es necesario adorar. 21 Dícele Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalem adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis, nosotros adoramos lo que sabemos: porque la salud viene de los Judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que adoren. 24 Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25 Dícele la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo: cuando él viniere nos declarará todas las cosas. 26 Dícele Jesús: Yo soy, que hablo contigo. 27 Y en esto vinieron sus discípulos, y maravilláronse de que hablaba con mujer, mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? ó, ¿Qué hablas con ella? 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fué á la ciudad, y dijo á aquellos hombres: 29 Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es éste el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron á él. 31 Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabbí, come. 32 Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33 Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer? 34 Díceles Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35 ¿No decís vosotros: Aun hay cuatro meses hasta que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas para la siega. 36 Y el que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna, para que el que siembra también goce, y el que siega. 37 Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38 Yo os he enviado á segar lo que vosotros no labrasteis: otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores. 39 Y muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo que he hecho. 40 Viniendo pues los Samaritanos á él, rogáronle que se quedase allí: y se quedó allí dos días. 41 Y creyeron muchos más por la palabra de él. 42 Y decían á la mujer: Ya no creemos por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo. 43 Y dos días después, salió de allí, y fuése á Galilea. 44 Porque el mismo Jesús dió testimonio de que el profeta en su tierra no tiene honra. 45 Y como vino á Galilea, los Galileos le recibieron, vistas todas las cosas que había hecho en Jerusalem en el día de la fiesta: porque también ellos habían ido á la fiesta. 46 Vino pues Jesús otra vez á Caná de Galilea, donde había hecho el vino del agua. Y había en Capernaum uno del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47 Este, como oyó que Jesús venía de Judea á Galilea, fué á él, y rogábale que descendiese, y sanase á su hijo, porque se comenzaba á morir. 48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y milagros no creeréis. 49 El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50 Dícele Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó á la palabra que Jesús le dijo, y se fué. 51 Y cuando ya él descendía, los siervos le salieron á recibir, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52 Entonces él les preguntó á qué hora comenzó á estar mejor. Y dijéronle: Ayer á las siete le dejó la fiebre. 53 El padre entonces entendió, que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive, y creyó él y toda su casa. 54 Esta segunda señal volvió Jesús á hacer, cuando vino de Judea á Galilea.

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