Versículos de la Biblia sobre la semilla y la cosecha

Gálatas 6:7: 7 No os engañeis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

Juan 3:16: 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Lucas 6:38: 38 Dad, y se os dará, medida buena, apretada, remecida, y rebosando darán en vuestro seno: porque con la misma medida que midiereis, os será vuelto á medir.

Marcos 4:1-41: 4 Y OTRA vez comenzó á enseñar junto á la mar, y se juntó á él mucha gente, tanto, que entrándose él en un barco, se sentó en la mar: y toda la gente estaba en tierra junto á la mar. 2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: 3 Oid: He aquí, el sembrador salió á sembrar. 4 Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo, y la tragaron. 5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra, y luego salió, porque no tenía la tierra profunda: 6 Mas salido el sol, se quemó, y por cuanto no tenía raíz, se secó. 7 Y otra parte cayó en espinas, y subieron las espinas, y la ahogaron, y no dió fruto. 8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dió fruto, que subió y creció: y llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento. 9 Entonces les dijo: El que tiene oídos para oir, oiga. 10 Y cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de él con los doce, sobre la parábola. 11 Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios, mas á los que están fuera, por parábolas todas las cosas, 12 Para que viendo, vean y no echen de ver, y oyendo, oigan y no entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. 13 Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? 14 El que siembra es el que siembra la palabra. 15 Y éstos son los de junto al camino: en los que la palabra es sembrada: mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la palabra que fué sembrada en sus corazones. 16 Y asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, luego la toman con gozo, 17 Mas no tienen raíz en sí, antes son temporales, que en levantándose la tribulación ó la persecución por causa de la palabra, luego se escandalizan. 18 Y éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra, 19 Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno á treinta, otro á sesenta, y otro á ciento. 21 También les dijo: ¿Tráese la antorcha para ser puesta debajo del almud, ó debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero? 22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de descubrirse. 23 Si alguno tiene oídos para oir, oiga. 24 Les dijo también: Mirad lo que oís: con la medida que medís, os medirán otros, y será añadido á vosotros los que oís. 25 Porque al que tiene, le será dado, y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 26 Decía más: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra, 27 Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como él no sabe. 28 Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga, 29 Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada. 30 Y decía: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿ó con qué parábola le compararemos? 31 Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra, 32 Mas después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo su sombra. 33 Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que podían oir. 34 Y sin parábola no les hablaba, mas á sus discípulos en particular declaraba todo. 35 Y les dijo aquel día cuando fué tarde: Pasemos de la otra parte. 36 Y despachando la multitud, le tomaron como estaba, en el barco, y había también con él otros barquitos. 37 Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se henchía. 38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron, y le dicen: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos? 39 Y levantándose, increpó al viento, y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y fué hecha grande bonanza. 40 Y á ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41 Y temieron con gran temor, y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que aun el viento y la mar le obedecen?

Marcos 3:1-35: 3 Y OTRA vez entró en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano seca. 2 Y le acechaban si en sábado le sanaría, para acusarle. 3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio. 4 Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábado, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó quitarla? Mas ellos callaban. 5 Y mirándolos alrededor con enojo, condoleciéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué restituída sana. 6 Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los Herodianos contra él, para matarle. 7 Mas Jesús se apartó á la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea. 8 Y de Jerusalem, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán. Y los de alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron á él. 9 Y dijo á sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla, por causa del gentío, para que no le oprimiesen. 10 Porque había sanado á muchos, de manera que caían sobre él cuantos tenían plagas, por tocarle. 11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. 12 Mas él les reñía mucho que no le manifestasen. 13 Y subió al monte, y llamó á sí á los que él quiso, y vinieron á él. 14 Y estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos á predicar. 15 Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios: 16 A Simón, al cual puso por nombre Pedro, 17 Y á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan hermano de Jacobo, y les apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno, 18 Y á Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo, y á Tomas, y á Jacobo hijo de Alfeo, y á Tadeo, y á Simón el Cananita, 19 Y á Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron á casa. 20 Y agolpóse de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. 21 Y como lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle: porque decían: Está fuera de sí. 22 Y los escribas que habían venido de Jerusalem, decían que tenía á Beelzebub, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. 23 Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera á Satanás? 24 Y si algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal reino. 25 Y si alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal casa. 26 Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer, antes tiene fin. 27 Nadie puede saquear las alhajas del valiente entrando en su casa, si antes no atare al valiente y entonces saqueará su casa. 28 De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados á los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren, 29 Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto á eterno juicio. 30 Porque decían: Tiene espíritu inmundo. 31 Vienen después sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron á él llamándole. 32 Y la gente estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos te buscan fuera. 33 Y él les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? 34 Y mirando á los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y hermanos. 35 Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

Mateo 13:1-58: 13 Y AQUEL día, saliendo Jesús de casa, se sentó junto á la mar. 2 Y se allegaron á él muchas gentes, y entrándose él en el barco, se sentó, y toda la gente estaba á la ribera. 3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí el que sembraba salió á sembrar. 4 Y sembrando, parte de la simiente cayó junto al camino, y vinieron las aves, y la comieron. 5 Y parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra, y nació luego, porque no tenía profundidad de tierra: 6 Mas en saliendo el sol, se quemó, y secóse, porque no tenía raíz. 7 Y parte cayó en espinas, y las espinas crecieron, y la ahogaron. 8 Y parte cayó en buena tierra, y dió fruto, cuál a ciento, cuál á sesenta, y cuál á treinta. 9 Quien tiene oídos para oir, oiga. 10 Entonces, llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 Y él respondiendo, les dijo: Por que á vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos, mas á ellos no es concedido. 12 Porque á cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más, pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 13 Por eso les hablo por parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. 14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis, Y viendo veréis, y no miraréis. 15 Porque el corazón de este pueblo está engrosado, Y de los oídos oyen pesadamente, Y de sus ojos guiñan: Para que no vean de los ojos, Y oigan de los oídos, Y del corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. 16 Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen. 17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron: y oir lo que oís, y no lo oyeron. 18 Oid, pues, vosotros la parábola del que siembra: 19 Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola, viene el malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazón: éste es el que fué sembrado junto al camino. 20 Y el que fué sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y luego la recibe con gozo. 21 Mas no tiene raíz en sí, antes es temporal que venida la aflicción ó la persecución por la palabra, luego se ofende. 22 Y el que fué sembrado en espinas, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra, y hácese infructuosa. 23 Mas el que fué sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que lleva fruto: y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y otro á treinta. 24 Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo: 25 Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se fué. 26 Y como la hierba salió é hizo fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿de dónde, pues, tiene cizaña? 28 Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la cojamos? 29 Y él dijo: No, porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega yo diré á los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla, mas recoged el trigo en mi alfolí. 31 Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que tomándolo alguno lo sembró en su campo: 32 El cual á la verdad es la más pequeña de todas las simientes, mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas. 33 Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante á la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudo. 34 Todo esto habló Jesús por parábolas á las gentes, y sin parábolas no les hablaba: 35 Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca, Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo. 36 Entonces, despedidas las gentes, Jesús se vino á casa, y llegándose á él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo. 37 Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre, 38 Y el campo es el mundo, y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo, 39 Y el enemigo que la sembró, es el diablo, y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 40 De manera que como es cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo. 41 Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad, 42 Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes. 43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga. 44 Además, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo, el cual hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. 45 También el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas, 46 Que hallando una preciosa perla, fué y vendió todo lo que tenía, y la compró. 47 Asimismo el reino de los cielos es semejante á la red, que echada en la mar, coge de todas suertes de peces: 48 La cual estando llena, la sacaron á la orilla, y sentados, cogieron lo bueno en vasos, y lo malo echaron fuera. 49 Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán á los malos de entre los justos, 50 Y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes. 51 Díceles Jesús: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos responden: Sí, Señor. 52 Y él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos, es semejante á un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. 53 Y aconteció que acabando Jesús estas parábolas, pasó de allí. 54 Y venido á su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban atónitos, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría, y estas maravillas? 55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿no se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo y José, y Simón, y Judas? 56 ¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? 57 Y se escandalizaban en él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra y en su casa. 58 Y no hizo allí muchas maravillas, á causa de la incredulidad de ellos.

Salmos 104:14-15: 14 El que hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre, Sacando el pan de la tierra. 15 Y el vino que alegra el corazón del hombre, Y el aceite que hace lucir el rostro, Y el pan que sustenta el corazón del hombre.

Génesis 8:22: 22 Todavía serán todos los tiempos de la tierra, la sementera y la siega, y el frío y calor, verano é invierno, y día y noche, no cesarán.

1 Corintios 4:5: 5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual también aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará los intentos de los corazones: y entonces cada uno tendrá de Dios la alabanza.

Romanos 14:1-23: 14 RECIBID al flaco en la fe, pero no para contiendas de disputas. 2 Porque uno cree que se ha de comer de todas cosas: otro que es débil, come legumbres. 3 El que come, no menosprecie al que no come: y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios le ha levantado. 4 ¿Tú quién eres que juzgas al siervo ajeno? para su señor está en pie, ó cae: mas se afirmará, que poderoso es el Señor para afirmarle. 5 Uno hace diferencia entre día y día, otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté asegurado en su ánimo. 6 El que hace caso del día, háce lo para el Señor: y el que no hace caso del día, no lo hace para el Señor. El que come, come para el Señor, porque da gracias á Dios, y el que no come, no come para el Señor, y da gracias á Dios. 7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 8 Que si vivimos, para el Señor vivimos, y si
orimos, para el Señor morimos. Así que, ó que vivamos, ó que muramos, del Señor somos. 9 Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió á vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. 10 Mas tú ¿por qué juzgas á tu hermano? ó tú también, ¿por qué menosprecias á tu hermano? porque todos hemos de estar ante el tribunal de Cristo. 11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que á mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará á Dios. 12 De manera que, cada uno de nosotros dará á Dios razón de sí. 13 Así que, no juzguemos más los unos de los otros: antes bien juzgad de no poner tropiezo ó escándalo al hermano. 14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que de suyo nada hay inmundo: mas á aquel que piensa alguna cosa ser inmunda, para él es inmunda. 15 Empero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme á la caridad. No arruines con tu comida á aquél por el cual Cristo murió. 16 No sea pues blasfemado vuestro bien: 17 Que el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo. 18 Porque el que en esto sirve á Cristo, agrada á Dios, y es acepto á los hombres. 19 Así que, sigamos lo que hace á la paz, y á la edificación de los unos á los otros. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas á la verdad son limpias: mas malo es al hombre que come con escándalo. 21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, ó se ofenda ó sea debilitado. 22 ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena á sí mismo con lo que aprueba. 23 Mas el que hace diferencia, si comiere, es condenado, porque no comió por fe: y todo lo que no es de fe, es pecado.

Juan 12:1-50: 12 Y JESUS, seis días antes de la Pascua, vino á Bethania, donde estaba Lázaro, que había sido muerto, al cual había resucitado de los muertos. 2 E hiciéronle allí una cena y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados á la mesa juntamente con él. 3 Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo líquido de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y limpió sus pies con sus cabellos: y la casa se llenó del olor del ungüento. 4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que le había de entregar: 5 ¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos dineros, y se dió á los pobres? 6 Mas dijo esto, no por el cuidado que él tenía de los pobres: sino porque era ladrón, y tenía la bolsa, y traía lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús dijo: Déjala, para el día de mi sepultura ha guardado esto, 8 Porque á los pobres siempre los tenéis con vosotros, mas á mí no siempre me tenéis. 9 Entonces mucha gente de los Judíos entendió que él estaba allí, y vinieron no solamente por causa de Jesús, mas también por ver á Lázaro, al cual había resucitado de los muertos. 10 Consultaron asimismo los príncipes de los sacerdotes, de matar también á Lázaro, 11 Porque muchos de los Judíos iban y creían en Jesús por causa de él. 12 El siguiente día, mucha gente que había venido á la fiesta, como oyeron que Jesús venía á Jerusalem, 13 Tomaron ramos de palmas, y salieron á recibirle, y clamaban: ­Hosanna, Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! 14 Y halló Jesús un asnillo, y se sentó sobre él, como está escrito: 15 No temas, hija de Sión: he aquí tu Rey viene, sentado sobre un pollino de asna. 16 Estas cosas no las entendieron sus discípulos de primero: empero cuando Jesús fué glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él, y que le hicieron estas cosas. 17 Y la gente que estaba con él, daba testimonio de cuando llamó á Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos. 18 Por lo cual también había venido la gente á recibirle, porque había oído que él había hecho esta señal, 19 Mas los Fariseos dijeron entre sí: ¿Veis que nada aprovecháis? he aquí, el mundo se va tras de él. 20 Y había ciertos Griegos de los que habían subido á adorar en la fiesta: 21 Estos pues, se llegaron á Felipe, que era de Bethsaida de Galilea, y rogáronle, diciendo: Señor, querríamos ver á Jesús. 22 Vino Felipe, y díjolo á Andrés: Andrés entonces, y Felipe, lo dicen á Jesús. 23 Entonces Jesús les respondió, diciendo: La hora viene en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado. 24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo queda, mas si muriere, mucho fruto lleva. 25 El que ama su vida, la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26 Si alguno me sirve, sígame: y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. 27 Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora. Mas por esto he venido en esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. 29 Y la gente que estaba presente, y había oído, decía que había sido trueno. Otros decían: Angel le ha hablado. 30 Respondió Jesús, y dijo: No ha venido esta voz por mi causa, mas por causa de vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32 Y yo, si fuere levantado de la tierra, á todos traeré á mí mismo. 33 Y esto decía dando á entender de qué muerte había de morir. 34 Respondióle la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre: ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre? 35 Entonces Jesús les dice: Aun por un poco estará la luz entre vosotros: andad entre tanto que tenéis luz, porque no os sorprendan las tinieblas, porque el que anda en tinieblas, no sabe dónde va. 36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y fuése, y escondióse de ellos. 37 Empero habiendo hecho delante de ellos tantas señales, no creían en él. 38 Para que se cumpliese el dicho que dijo el profeta Isaías: ¿Señor, quién ha creído á nuestro dicho? ¿Y el brazo del Señor, á quién es revelado? 39 Por esto no podían creer, porque otra vez dijo Isaías: 40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón, Porque no vean con los ojos, y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los sane. 41 Estas cosas dijo Isaías cuando vió su gloria, y habló de él. 42 Con todo eso, aun de los príncipes, muchos creyeron en él, mas por causa de los Fariseos no lo confesaban, por no ser echados de la sinagoga. 43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. 44 Mas Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió, 45 Y el que me ve, ve al que me envió. 46 Yo la luz he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47 Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo, porque no he venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo. 48 El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 49 Porque yo no he hablado de mí mismo, mas el Padre que me envió, él me dió mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna: así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo.

Juan 2:1-10: 2 Y AL tercer día hiciéronse unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. 2 Y fué también llamado Jesús y sus discípulos á las bodas. 3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: Vino no tienen. 4 Y dícele Jesús: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? aun no ha venido mi hora. 5 Su madre dice á los que servían: Haced todo lo que os dijere. 6 Y estaban allí seis tinajuelas de piedra para agua, conforme á la purificación de los Judíos, que cabían en cada una dos ó tres cántaros. 7 Díceles Jesús: Henchid estas tinajuelas de agua. E hinchiéronlas hasta arriba. 8 Y díceles: Sacad ahora, y presentad al maestresala. Y presentáron le. 9 Y como el maestresala gustó el agua hecha vino, que no sabía de dónde era (mas lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), el maestresala llama al esposo, 10 Y dícele: Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están satisfechos, entonces lo que es peor, mas tú has guardado el buen vino hasta ahora.

Lucas 8:11: 11 Es pues ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios.

Marcos 8:15: 15 Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los Fariseos, y de la levadura de Herodes.

Marcos 5:1-43: 5 Y VINIERON de la otra parte de la mar á la provincia de los Gadarenos. 2 Y salido él del barco, luego le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 3 Que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar, 4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados, y nadie le podía domar. 5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, é hiriéndose con las piedras. 6 Y como vió á Jesús de lejos, corrió, y le adoró. 7 Y clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo, porque somos muchos. 10 Y le rogaba mucho que no le enviase fuera de aquella provincia. 11 Y estaba allí cerca del monte una grande manada de puercos paciendo. 12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos á los puercos para que entremos en ellos. 13 Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar, los cuales eran como dos mil, y en la mar se ahogaron. 14 Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido. 15 Y vienen á Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal, y tuvieron miedo. 16 Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos. 17 Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos. 18 Y entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con él. 19 Mas Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete á tu casa, á los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. 20 Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había hecho con él: y todos se maravillaban. 21 Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á él gran compañía, y estaba junto á la mar. 22 Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo, y luego que le vió, se postró á sus pies, 23 Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. 24 Y fué con él, y le seguía gran compañía, y le apretaban. 25 Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía, 26 Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27 Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva. 29 Y luego la fuente de su sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 30 Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31 Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32 Y él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto. 33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote. 35 Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta, ¿para qué fatigas más al Maestro? 36 Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37 Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38 Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que lloraban y gemían mucho. 39 Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, mas duerme. 40 Y hacían burla de él: mas él, echados fuera todos, toma al padre y á la madre de la muchacha, y á los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba. 41 Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi, que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate. 42 Y luego la muchacha se levantó, y andaba, porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto. 43 Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.

Marcos 4:26-34: 26 Decía más: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra, 27 Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como él no sabe. 28 Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga, 29 Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada. 30 Y decía: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿ó con qué parábola le compararemos? 31 Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra, 32 Mas después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo su sombra. 33 Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que podían oir. 34 Y sin parábola no les hablaba, mas á sus discípulos en particular declaraba todo.

Mateo 13:38: 38 Y el campo es el mundo, y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo

Mateo 13:33: 33 Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante á la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudo.

Mateo 13:10-15: 10 Entonces, llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 Y él respondiendo, les dijo: Por que á vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos, mas á ellos no es concedido. 12 Porque á cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más, pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 13 Por eso les hablo por parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. 14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis, Y viendo veréis, y no miraréis. 15 Porque el corazón de este pueblo está engrosado, Y de los oídos oyen pesadamente, Y de sus ojos guiñan: Para que no vean de los ojos, Y oigan de los oídos, Y del corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.

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